Hace un tiempo una amiga me dijo que podría hablar sobre la
amistad, sobre las traiciones de gente en la que confías, en definitiva sobre
la más asquerosa de las caras del ser humano.
Todos alguna vez
hemos sido traicionados, y todos hemos traicionado en mayor o menor medida, por
lo que no se puede juzgar este acto, ya que nadie está libre de culpa. Si es
cierto, que muchas veces es la persona en la que más confías la que te pega la
puñalada trapera en toda la espalda, por lo que duele hasta las entrañas.
De traiciones hay
de tantos tipos como días tiene un año, y de tantas intensidades como lunas, y
lo mismo que del amor al odio hay un paso de la confianza que se tiene a una
amistad o pareja a la desconfianza también. Las que más duelen son las
traiciones sentimentales por todo lo que implican, muchas veces arrollan sin
piedad un proyecto de vida y unas expectativas puestas sobre alguien, por lo
que la herida tarda mucho tiempo en curarse. El peligro de la respuesta
inmediata puede ser de un nivel descomunal, muchas veces peor que la misma
traición, por lo que siempre hay que intentar dejar enfriar las cosas ya que
los problemas pueden multiplicarse, incluso ir en contra de uno mismo.
No, no me he
sentido traicionado últimamente, al menos que yo sepa ya que conspiraciones
siempre hay, es ley de vida y es un buen motivo para sentirse persona, y créanme,
valorado. Es signo claro de que uno tiene un peso dentro de un rol en algunos
casos, ya que la mayoría de veces es por envidias y carencias de quien lleva a
cabo tales actos por lo que casi resulta un honor, todo es mirarlo por el lado
positivo…
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