Antaño el hombre, llevaba
una vida sencilla, si tenía hambre cazaba, pescaba o recolectaba hierbajos y
fruta, que tenia sed echaba un trago de agua de cualquier fuente natural o
riachuelo que tuviese cerca, copulaba y se reproducía, y poca cosa más oiga.
Más tarde algún listillo inventó el fuego, y alguien más tarde la rueda, y allí
la “cagamos”, luego todo ya ha sido un no parar de inventar, ha ido rodado o
sobre ruedas, ¡viva el gracejo!
Cuando sí que
realmente la cosa empezó a decaer fue cuando a algún iluminado se le ocurrió
inventar el dinero, antes de esto se hacia algún intercambio material y vale,
pero la “pasta” ya sí que nos complicó la vida. ¿Necesitar algo que no se come
para comer?, es más, tráguese usted alguna moneda o la tarjeta de crédito, que también
vaya con el invento, a ver si consigue sobrevivir…, la cosa es que el dinero
disparó los niveles de avaricia entre la especie, y claro, se empezó a fabricar
algunas cosas con el único objetivo de ser compradas hasta llegar a nuestros días,
con unos niveles de consumismo alarmantes.
Llegados a este
punto, todos nos quejamos, que si la contaminación, que si el consumismo, antes
se vivía mejor… Toda opinión es respetable, claro, pero ¿qué pasaría si estuviésemos
un mes sin electricidad, móvil o internet?, a mí personalmente se me haría duro,
muy duro, y eso que vivo en el monte cual ermitaño. ¿Cuántos renunciaríamos a
una vida de calidad material para tener una vida de calidad humana
simplemente?, como dice un buen amigo, “el hombre es bestia de costumbres”,
supongo que a todo se adapta uno….
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